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lunes, 23 de marzo de 2015

Breve exploración en tierra de conquistadores, templarios e inquisidores


Por aquí anduvieron Hernán Cortés, Vasco Núñez de Balboa y Francisco de Zurbarán. Dejaron sus huellas los caballeros templarios y los rígidos custodios de la Inquisición. Pero, sin duda, los que dejaron un mayor recuerdo fueron los romanos, los súbditos del emperador Octavio Augusto, que creó una de las urbes más importantes de toda Hispania: Emérita Augusta. 

Hablamos, claro está, de las tierras extremeñas de Badajoz y, sobre todo, de su capital, Mérida, cuyo esplendoroso pasado se manifiesta hoy en uno de los conjuntos monumentales y arqueológicos mejor conservados de España, reconocido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Así, la huella romana sigue presente casi en cada rincón de la ciudad, siendo el Teatro Romano una de las construcciones más emblemáticas. Erigido en el siglo I a. C., poseía un aforo con capacidad para 6.000 espectadores. Junto a él se levanta el Anfiteatro, escenario en el que se celebraban luchas de gladiadores y fieras. Ambos recintos vuelven a cobrar vida cada verano con la celebración del Festival de Teatro Clásico de Mérida, uno de los más importantes de los que se organizan en España.


No es lo único destacable de la actual capital de Extremadura y sede de su Gobierno; en el centro urbano se alzan el Templo de Diana y el Arco de Trajano, de 15 metros de altura, una de las puertas de acceso a la ciudad. En las afueras pueden contemplarse ambiciosos proyectos civiles de la época, como el Puente Romano que cruza sobre el río Guadiana. Destaca por su gran monumentalidad, ya que sus más de 800 metros de longitud y sus 60 arcos lo convierten en uno de los mayores de aquel momento. 

El Museo Nacional de Arte Romano, obra del arquitecto español Rafael Moneo, completa la visita a las construcciones romanas que se encuentran repartidas por la ciudad. A través de sus más de 36.000 piezas –todas ellas procedentes de Mérida y su comarca– y de los paneles expuestos, el recinto permite conocer a fondo el legado de la ciudad y acercar al público la vida cotidiana de una colonia romana. Una de las obras maestras del museo es el magnífico busto de Octavio Augusto en mármol de Carrara.

Castillos y palacios

Pero aunque la tentación de permanecer en Mérida y dejarse seducir por sus encantos es grande, queda mucho por descubrir. Porque también aquí la naturaleza ha sido pródiga, como bien reflejan los cercanos Parque Nacional de Monfragüe y Parque Natural de Cornalvo. Hay mucho que ver y tal vez no haya tiempo para todo, pero siempre queda la ilusión del regreso. 

Un punto destacado del recorrido hacia el sur es Zafra, también conocida como “Sevilla la Chica”, en el corazón mismo de la Baja Extremadura. La población se encuentra presidida por el Alcázar del siglo XV, con su exterior de aspecto militar, pero con un lujoso interior que asemeja un palacio y un encantador claustro renacentista en el patio central. 

En su entorno se articula la población medieval, compuesta por calles angostas rodeadas de una muralla de piedra del siglo XV de la que se conservan tres de las ocho puertas con que contaba. Un rincón especialmente atractivo es el que forman la Plaza Grande y la Plaza Chica, ambas conectadas mediante el popular "Arquillo del Pan", donde se encuentra la conocida como “vara de medir”, una marca tallada en piedra que permitía establecer el tamaño exacto de las piezas de tela que allí se vendían

Cuna de descubridores

A un paso está Jerez de los Caballeros, una ciudad pacense en la que se unen culturas, saberes y estilos artísticos. Villas romanas, restos visigodos e influencias árabes forman parte del paisaje de este enclave, a medio camino entre Portugal y Andalucía. Extremadura ha sido siempre cuna de descubridores y conquistadores y, precisamente, Jerez de los Caballeros vio nacer al primer europeo que divisó el Océano Pacífico, Vasco Núñez de Balboa. 


Llama la atención su bien conservado perímetro amurallado que alcanza el kilómetro y medio de extensión. Reforzado mediante cubos y torreones defensivos, conserva varios portales y, en su interior, el castillo templario del siglo XIII, que fue reformado en el XVI. Calles estrechas de fachadas encaladas y salpicadas con torres de piedra acogen las procesiones religiosas durante la Semana Santa, fiesta declarada de Interés Turístico Regional. 

Templarios e inquisidores

Llerena, en la comarca pacense de la Campiña Sur, ofrece un rico patrimonio monumental fruto de gloriosos periodos históricos. Sede de los Maestres de la Orden de Santiago y del Santo Oficio, su casco histórico aúna multitud de conventos, iglesias y palacios en los que se funde el gótico-mudéjar con el barroco. La arquitectura religiosa, civil y militar, impulsada por las Órdenes Militares, se vio enriquecida con el arte barroco tras la llegada de la riqueza proveniente de América. 

En cualquier recorrido por su casco histórico, el visitante podrá admirar la iglesia de Nuestra Señora de la Granada, el Patio del Tribunal de la Inquisición y el Palacio del Obispo. El campanario del templo es una buena muestra de arte protobarroco, mientras que las arcadas laterales y el Camarín se asientan plenamente en esta corriente artística. En su interior se venera la talla gótica de la Virgen de la Granada. 

Punto final de esta rápida e incompleta visita a las tierras de Badajoz es Medellín, y aquí nos despedimos casi como lo iniciamos, con referencias a personajes históricos, restos medievales y herencia romana. 

Este es el lugar de nacimiento de Hernán Cortés, el conquistador de México. Así lo recuerda su estatua en la plaza del mismo nombre. Pero si hay algo que sobresale en Medellín es su castillo del siglo XV. Tiene un doble perímetro amurallado con numerosos cubos y torreones de refuerzo. El castillo, que se amplió en los siglos XV y XVI, conserva en su interior un aljibe del XII. 


Tantas visitas requieren un descanso para reponer fuerzas. Aquí reinan los productos de la Denominación de Origen Dehesa de Extremadura, que compiten entre sí ofreciendo los mejores jamones y embutidos elaborados con cerdo ibérico alimentado con bellotas.

La degustación gastronómica puede seguir con sopas de tomate, las populares migas, espárragos trigueros, cardillos, criadillas de tierra o cordero asado. En vinos destacar la Denominación de Origen Ribera del Guadiana para vinos blancos, rosados y tintos. Y por último en repostería son típicas las calderillas, perrunillas, bollos de chicharrones, arrope, hojaldradas de almendra y la técula-mécula.

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