Cruzando
los Pirineos, sólo hace falta recorrer 100 kilómetros para encontrar Narbonne,
una pequeña ciudad del sur de Francia, en la región de Languedoc-Rosellón, con
mucho que ofrecer a viajeros con intereses culturales y gastronómicos. Ha sido
ciudad de paso entre las penínsulas ibérica e itálica, unidas por la carretera
romana Via Domitia, pero tiene atractivos suficientes como para pararse en ella y
conocerla.
Con 52.000 habitantes, este enclave mediterráneo posee un patrimonio histórico destacable.
Alberga una de las colecciones de frescos romanos más importantes fuera de
Italia, que puede visitarse en el museo arqueológico, así como galerías subterráneas
romanas –Horreum- conservadas por debajo de la ciudad actual y abiertas a la
visita del público.
Place de l'hôtel de ville, centro de Narbonne/LISA DEBANDE |
La catedral gótica de Saint Just et Saint Pasteur y el
conjunto monumental arzobispal conforman el centro de Narbonne, ofreciendo al
público un paseo por los patios interiores y calles antiguas, mezcla de
distintas épocas y estilos.
Además
de haber acumulado historia y acontecimientos desde hace 2.500 años, Narbonne
ofrece a habitantes y turistas un presente soleado, bañado por las aguas del Mediterráneo y del canal
de la Robine -considerado Patrimonio Mundial de la UNESCO- que cruza la ciudad.
Tras
la visita casi obligada al centro y las ruinas romanas, merece la pena acercarse
al Canal en el barrio de Bourg, a tan sólo unos minutos a pie. En él se
encuentra el puente de los mercantes, una curiosa construcción que permite el
paso de embarcaciones por el Canal de la Robine, pero no por encima del mismo,
puesto que se construyeron viviendas. Diversos mercadillos de flores, objetos
de todo tipo, libros y ropa se extienden a ambos lados del canal y, al otro
lado, se encuentra Les Halles, un mercado tradicional cubierto, abierto todos los
días del año por las mañanas. Sus puestos ofrecen productos frescos de la zona,
como carnes, pescados, quesos o embutidos, y mesas donde sentarse a tomar un
aperitivo y probar la gastronomía de la zona.
Canal de la Robine y conjunto arzobispal al fondo/HELENA PALOMO |
Una
vez descubierta la ciudad, y especialmente tras pasear por el mercado, un buen
destino en el que reponer fuerzas es el restaurante Les Grands Buffets. Se puede
llegar paseando desde el mercado o en apenas cinco minutos en autobús urbano.
El restaurante ofrece un amplio buffet de calidad con una gran variedad de
productos y platos tradicionales de la gastronomía francesa, desde quesos,
foies, embutidos y mariscos fríos a carnes y pescados elaborados según las
recetas clásicas de la zona. Todos los productos son de proximidad y las
recetas se elaboran en el establecimiento de principio a fin, para garantizar
su frescura y su elaboración tradicional,
así como para transportar a los clientes a una época anterior de refinamiento y
buen hacer.
Como
guinda, además de historia y gastronomía, Narbonne es también un lugar donde
probar buenos vinos, como no podía ser de otra manera, siguiendo la tradición
francesa. Narbonne cuenta con las denominaciones de origen DOP Côteaux du Languedoc
La Clape y Quatourze, y DOP Corbières. Pueden degustarse en Les Grands Buffets,
donde ofrecen setenta variedades diferentes, o realizando visitas a los viñedos,
coordinadas desde la oficina de Turismo de Narbonne.
Oficina de Turismo Narbonne, 31 rue Jean Jaurès
F-11100Narbonne - Tél.+33(0)468651560
info@narbonne-tourisme.com
www.narbonne-tourisme.com
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Helena Palomo
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