Inaugurada el 1 de Abril de 1843, destaca por su galería exterior y palcos de estilo neomudéjar y cuenta con una bodega con capacidad para 750.000 litros bajo el graderío. La Plaza de Toros de Almendralejo es ya Bien de Interés Cultural, con categoría de Monumento, según un decreto aprobado por el Consejo de Gobierno de Extremadura. Se reconoce así el valor de esta singular construcción, una de las más interesantes de la región en su género, que tiene sus orígenes en un primitivo coso taurino de 1605, y que se suma a otros Bienes Culturales de la ciudad, entre ellos el Convento de San Antonio y la Ermita de Nuestra Señora de la Piedad.
Entre sus elementos más destacados se encuentra la Galería de los Palcos, con un total de 94. Se decora con arcos de hierro forjado que siguen la estética neonazarí y se sustentan en esbeltas columnas de fuste liso. Sobresale el palco presidencial, de mayor tamaño y ornamentación, cuya barandilla presenta adornos de hierro forjado que alternan motivos de un estoque, una muleta y una banderilla. En las puertas destacan los relieves que alternan bustos de toreros y picadores.
Entre sus dependencias están las propias de una plaza de toros, pero posee una particularidad única en el mundo: una bodega con 29 conos de cemento de 5 metros de altura y 2,5 metros de diámetro con capacidad para 25.000 litros cada uno que se esconde bajo su graderío. Un doble uso original de un edificio de estas características que data de la década de los años 50 del siglo XX, cuando un bodeguero local adquirió la plaza y decidió aprovechar este espacio por sus condiciones de temperatura y humedad, ideales para la elaboración del vino.
Habrá que ir a verla cuando pasemos por tierras extremeñas.
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