1. Castillo de Manzanares el Real
Situado a los pies del embalse de Santillana, se encuentra el castillo
de Manzanares el Real, el más emblemático y mejor conservado de la
Comunidad de Madrid. Fue edificado, en estilo “Gótico Isabelino”, en 1475 por
Diego Hurtado de Mendoza. El castillo, de planta cuadrangular, está construido
enteramente en piedra de granito. Tiene cuatro torres, tres circulares y la del
homenaje, de forma octogonal. Sus vértices están adornadas con unas bolas al
más puro estilo isabelino.
El castillo está dispuesto en seis alturas, y circundado por una barbacana,
cuyas saeteras llevan esculpidas en bajo relieve la cruz del Santo Sepulcro de
Jerusalén. Otros elementos defensivos del edificio son sus troneras. Cabe destacar sus colecciones artísticas de tapices,
pinturas de caballete, armaduras y muebles de los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
2. Castillo de Villarejo de Salvanés
El castillo de Villarejo de Salvanés está situado en el municipio
homónimo en la zona suroriental de la Comunidad. A pesar de que sólo se
conserva la torre del homenaje, constituye una muestra arquitectónica única en
España, al disponer los cubillos agrupadamente en los lados y no en las
aristas, como es habitual en la arquitectura militar española.
No hay consenso a la hora de establecer la fecha de fundación de este castillo.
Algunas hipótesis sostienen que fue construido en el siglo XIII para reforzar
las conquistas cristianas de la zona de influencia del Tajo, arrebatadas en los
siglos anteriores a Al-Ándalus. Otras teorías establecen un origen anterior al
siglo XIII e, incluso, algunos investigadores aventuran que el edificio
medieval que ha llegado hasta nuestros días puede asentarse sobre los restos de
una primitiva fortaleza romana. Independientemente de cuando fue su
construcción, lo que sí es seguro es que el castillo de Villarejo de Salvanés
formaba parte del sistema defensivo que protegía el paso por el antiguo Camino
de Toledo (o Toledano), así como por la llamada Senda Galiana (calzada romana
que enlazaba la Galia e Hispania, en uso durante la Edad Media).
La torre tiene cuatro plantas y está rematada con matacanes simulados. La
práctica ausencia de vanos es otra de sus características, con la excepción de
unas ventanas resaltadas con sillares. Está construida en sillarejo y la
argamasa utilizada es la cal.
3. Castillo de Buitrago del Lozoya
El pueblo, que se extiende sobre un meandro del río Lozoya, se
encuentra en plena Sierra de Guadarrama, fue uno de los principales enclaves
geoestratégicos de la Marca media de Al-Ándalus. De esta época data su recinto
amurallado, considerado el de mayor longitud de la Comunidad y, junto al mismo,
se encuentra el castillo de Buitrago de Lozoya.
Su recinto defensivo es de origen musulmán. Construido en el siglo XI, fue
restaurado casi continuadamente hasta 400 años después. La muralla está
constituida por dos elementos principales en un recorrido de más de 800 metros:
el adarve bajo y el adarve alto
Su estilo arquitectónico es mudéjar y su planta es casi cuadrada, de unos 45
metros de lado. Consta de siete torres, que presentan formas variadas
(cuadradas, rectangulares y pentagonales), de sillarejo y ladrillo, con arcos
de medio punto y de herradura. Dispone de un patio de armas central, que es
utilizado ocasionalmente como coso taurino. También contaba con barbacana y
foso, pero quedó destruido en el siglo XVIII y, desde entonces, no se ha
reformado.
Entre sus visitantes y moradores ilustres, figuran el literato prerrenacentista
Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana y conde del Real de
Manzanares, y Juana la Beltraneja.
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4. Castillo de la Coracera
El castillo de la Coracera está situado en el municipio de
San Martín de Valdeiglesias, en el extremo suroccidental de la Comunidad.
También es conocido como castillo de San Martín de Valdeiglesias. La
denominación “de la Coracera” proviene de uno de sus antiguos propietarios,
Antonio Corcuera, cuyo apellido habría degenerado con el paso del tiempo. Fue
una errata en un folleto publicitario de los años setenta la que dio origen a
su actual nombre.
El castillo fue mandado levantar por Álvaro de Luna en el siglo XV, como
residencia y pabellón de caza. No obstante, existen referencias de una
construcción anterior, que datan de tiempos de Alfonso VIII de Castilla, en los
siglos XII y XIII.
La fortaleza está construida en piedra berroqueña. Es de planta cuadrada y se
articula alrededor de la torre del homenaje de forma pentagonal y una torre que
hace la función de albarrana. El conjunto está rodeado de una barbacana, de
unos cuatro metros de altura.
Además de por Álvaro de Luna y sus herederos, la fortificación ha sido
utilizada por distintas personalidades históricas, entre las que destaca la
reina Isabel la Católica, que residió en ella cuando fue proclamada heredera de
la Corona de Castilla.
5. Castillo de Aulencia
Localizado en el término municipal de Villanueva de la Cañada, el castillo
de Aulencia se alza sobre el cerro Horcajo, situado cerca de la confluencia
de los ríos Aulencia, corriente de la que toma su nombre, y Guadarrama.
El castillo podría tener un origen musulmán, aunque no existe abundante
documentación al respecto, se supone que fue residencia del jefe árabe de la
zona, al que tributaban todos los pueblos del entorno. Las primeras referencias
escritas son muy posteriores. Se sabe que, en el siglo XIV, su propietario era
García Fernández, y que, en el siglo XV, pasó a manos de Alfonso Álvarez de
Toledo, noble al servicio de Juan II de Castilla. Hasta prácticamente el siglo
XIX, no vuelve a haber referencias escritas sobre el castillo.
El edificio es de pequeñas dimensiones. Está formado por un núcleo principal de
planta cuadrada, de unos 25 metros de lado, alrededor del cual se extiende una
barbacana exterior. Su elemento más destacado es la torre del homenaje, de más
de 20 metros de alto, que se halla adosada a una de las esquinas de la
construcción. Además de la torre del homenaje, aún se mantienen en pie ocho
torres cilíndricas, repartidas entre los vértices y los centros de los cuatro
lados del edificio principal. Los muros del núcleo principal poseen un grosor
de un metro y medio y aproximadamente seis metros de altura.
6. Castillo de Villaviciosa de Odón
El Castillo de Odón se construyó a principios del siglo XV
por iniciativa de los primeros Condes de Chinchón. Durante el levantamiento
comunero, los Capitanes Diego de Heredia y Antonio de Mesa, arrasaron el
Castillo en 1521. En 1583 don Diego Fernández de Cabrera encargó su
reconstrucción a Juan de Herrera, el arquitecto real.
En 1846, se creaba la Escuela Especial de Ingenieros de Montes, que ocuparía y
adaptaría el Castillo y la finca anexa dos años después. La fortaleza recuperó
el uso militar en 1886, con la instalación del Colegio de Educandos del Cuerpo
de Carabineros, aunque por poco tiempo. Igual que otros castillos, fue usado
como granero y casa de labor durante muchos años. La Guerra Civil española lo
convirtió en cuartel de tropas. Al fin, en 1965 lo adquirió el Estado para
restaurarlo en profundidad y, desde 1972, acoge el Archivo Histórico del
Ejército del Aire.
Inicialmente, el castillo de Odón tenía una planta triangular con tres torres
circulares en sus vértices. Juan de Herrera añadió el cuarto vértice y un
torreón cuadrado de doce por trece metros y veinticinco de altura como torre
del homenaje. Lo que queda hoy de todo aquello es un castillo-palacio muy
robusto, especialmente en sus torres, con muros de hasta tres metros y medio de
grosor.
7. Castillo de Chinchón
También llamado castillo de los Condes, el castillo de
Chinchón se encuentra al sur del casco urbano de la localidad de mismo
nombre. Construido en el siglo XV, está constituido por dos cuerpos
cuadrangulares imbricados, con esquinas rematadas en torres cilíndricas que se
sitúan en las esquinas de cada uno de los cuerpos.
El actual castillo se construyó sobre una anterior fortaleza que sufrió daños
de consideración en el ataque que realizaron las tropas comuneras en el año
1520 por lo que fue demolido y en su lugar se construyó el actual entre los
años 1590 y 1598. El actual edificio sufrió varios incendios y expolios durante
la guerra de Sucesión española . Ya en los siglos XIX y XX fue usado como casa
de labranza y fábrica de licores.
El castillo de Chinchón está construido en mampostería caliza concertada, con
rellenos de argamasa y piedras. Los vanos y las molduras están realizados en
sillería, salvo la puerta de acceso, levantada parcialmente en sillarejo. En
ésta se exhibe el blasón de los Condes de Chinchón, enmarcado por sillares
almohadillados. A su alrededor hubo un foso del que sólo se conserva el lado de
la fachada principal, con el puente levadizo que lo cruza.
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8. Atalaya de Torrelodones
La atalaya de Torrelodones o torre
de los Lodones se encuentra en el municipio de Torrelodones. Fue erigida en
algún momento indeterminado del período omeya de Al-Ándalus, entre los siglos
IX y XI y tenía como misión vigilar uno de los caminos que se dirigía hacia los
pasos de la Sierra de Guadarrama. Las atalayas se levantaban a cierta distancia
de los pasos naturales del Sistema Central, al sur de los actuales puertos de
Somosierra, Tablada o El León, sobre cerros no muy distantes de las poblaciones
y mediante sucesivas humadas, avisaban de los posibles ataques cristianos que
se podían producir contra las poblaciones andalusíes más en vanguardia, tales
como Buitrago del Lozoya, Torrelaguna o Talamanca de Jarama.
El edificio consta de dos partes, la torre cilíndrica de once metros de altura
y maciza hasta una altura de aproximadamente tres metros desde el suelo. Está
coronada por una sucesión alterna de nueve almenas prismáticas y nueve
piramidales, con un cuerpo lateral de planta rectangular. Sus lados miden
alrededor de 5,3 y 3,5 metros. Se encuentra igualmente almenado, con un total
de cuatro almenas.