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martes, 10 de febrero de 2015

La magia de los carnavales de Navarra

En Navarra las penas del invierno se ahogan con la algarabía y el colorido de sus Carnavales rurales. Brujas aulladoras, osos, fantasmas de tela de saco rellenos de paja, carboneros, gigantes de tres metros y bandidos con varas se adueñan de las calles de muchos pueblos y recuperan algunas de las danzas y rituales mágicos más ancestrales. Aunque algunas localidades ya han celebrado la fiesta pagana del invierno, la mayoría de los espectáculos tiene lugar en los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza (15, 16 y 17 de febrero). 


Uno de los lugares que vive con especial entusiasmo los Carnavales es Lantz, un pequeño municipio situado entre los valles de Anué y Ultzama. Declarados “Bien de Interés Cultural”, junto con los de Ituren y Zubieta, su máximo representante es el bandido Miel Otxin, un gigante de tres metros de altura vestido con vivos colores que es ejecutado y quemado en la hoguera el martes (17 de febrero). 

Altsasu/Alsasua también celebra por todo lo alto la fiesta. El martes de Carnaval (17 de febrero), las calles son invadidas por los momotxorros, unos personajes de aspecto fiero que se dedican a atacar al público con sus horquillas y que van acompañados de un buen número de brujas aulladoras y fantasmas rellenos de hierba seca. 

Con originalidad y buen humor viven en Goizueta los Carnavales. El martes de Carnaval, el 17 de febrero, se celebra el desfile más esperado por los vecinos. La comitiva está formada por los carboneros o zomorrok, que llevan sobre sus espaldas un odre adornado con cencerros y por los mozorrok, que van vestidos de blanco, con faja, pañuelo y boina roja. Durante el recorrido, los carboneros tiznan de negro las caras de las mujeres al restregarlas con las suyas. Cada cierto tiempo, el cortejo se reúne y baila la “zagi-dantza”, un baile lleno de piruetas.


En Lesaka, la fiesta tiene lugar el domingo de Carnaval (15 de febrero). Los personajes principales son los zaku zaharrak, una treintena de grotescos personajes embutidos en tres sacos de tela rellenos de hierba seca, que se cubren la cara con un pañuelo y portan una pizontzia (vejiga) con la que atizan al público. Los zaku zaharrak desfilan en fila india siguiendo la música de la banda municipal y acompañados de las mairus (mujeres tocadas con sombrero ancho y cubiertas de abundantes tiras multicolores) y los goitarrak (habitantes de los caseríos de las montañas). 

En Bera los protagonistas del desfile que se celebra el domingo y el lunes de Carnaval, el 16 y el 17 de febrero, son los pastores y las nodrizas (chicos disfrazados de chicas). El cortejo se coloca en dos hileras y empieza a bailar. Durante la danza, las nodrizas lanzan a sus bebés (muñecos) al aire y los recuperan sanos y salvos. La comparsa va acompañada por el Rey Momo, un personaje vestido como un antiguo monarca que se traslada en carroza, el “alcalde”, el “juez”, el “cura”, y el “militar”.

Aunque menos conocido, el Carnaval de Unanua es sinónimo de magia y de misterio. En esta pequeña localidad de Sakana, los protagonistas son los mamuxarros, una docena de jóvenes solteros que aparecen el martes de Carnaval (17 de febrero) y que se diferencian del resto de personajes por sus fantásticas caretas, construidas en hierro. Durante toda la tarde del martes, van atizando con sus varas a cuantos encuentran a su paso. El cortejo se completa con la figura de mutua (el mudo), una especie de chivato que avisa a los mamuxarros de hacia dónde huye el público. También lleva vara, pero como su función es despistar, va vestido de mujer.


En Arizkun, la tradición juega un papel muy importante. El martes de Carnaval por la mañana tiene lugar una representación en la que los protagonistas son un oso (hartza), cubierto de pies a cabeza por pieles de carnero, sus cuidadores, viejas encorvadas, vecinos cubiertos con máscaras, fantasmas y una pareja de novios que simulan una boda. Ya por la tarde, tiene lugar la Sagar Dantza (la danza de la manzana), un bellísimo baile que se baila con manzanas en las manos y constituye un homenaje a la primavera. 

En Pamplona, los Carnavales tienen un carácter más urbano. La fiesta comienza el viernes (13 de febrero) con la lectura del pregón y concluye el lunes con la quema de María Trapo, un muñeco que representa a la malvada jefa de los francos que destruyeron el burgo de la Navarrería y que acabó quemada en su torre. Otro lugar que bien merece una visita en Carnavales es Olite. El sábado (14 de febrero) sus vecinos se visten con alegres ropas rurales y recorren las calles persiguiendo al personaje malo del cuento: “Satanás”.

En la mitad sur de Navarra la fiesta pagana es especialmente vistosa en Tudela, donde los zipoteros, personajes con máscara y cabeza cubierta que arrojan caramelos, son los protagonistas indiscutibles. Acompañados de los capirotes, recorren las calles el viernes anterior al Miércoles de Ceniza (13 de febrero), y el martes de Carnaval (17 de febrero).

En Cintruénigo, los zarramusqueros toman las calles del pueblo las tardes del sábado y domingo de Carnaval (14 y 15 de febrero). Su misión es muy sencilla: rociar con agua con azulete que llevan en sulfatadoras a cuantos pillan por el camino.

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