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viernes, 17 de enero de 2014

Carnavales en Navarra: la fiesta pagana del color y la magia

Si todavía no conoce el gigante más famoso de Lantz, los fantasmas de tela de saco rellenos de hierba seca de Lesaka o los temibles momotxorros de Altsasu/Alsasua que atacan al público con sus horquillas, tiene una cita ineludible con los Carnavales rurales de Navarra. Una fiesta mágica y colorista que año tras año revive los ritos y danzas más ancestrales. Y es que en Navarra, la oscuridad y las bajas temperaturas del invierno se combaten con el bullicio y el colorido de sus Carnavales rurales. Las primeras localidades en vivir la fiesta de Don Carnal son Sunbilla y Leitza, que el cuarto domingo de enero (26 de enero) celebran un desfile de carrozas y disfraces.

Más ligados a su pasado agrícola son los Carnavales de Ituren y Zubieta. El “zanpantzar” o desfile que protagonizan sus vecinos para ahuyentar los malos espíritus está marcado por el sonido de los cencerros que llevan los mozos (“ioaldunak”). Llama la atención su vestimenta: pantalón azul de Mahón, sayas blancas de mujer, calcetines de lana y pieles de oveja en la cintura, sobre las que se atan los “joareak” o cencerros; sombrero cónico que adornan con cintas de colores y plumas de cola de gallo y en las manos, crines de caballo. La fiesta comienza el lunes (27 de enero), con el desfile de los ioldunak de Zubieta hacia Ituren. Al día siguiente (28 de enero), los ioaldunak de Ituren devuelven la visita a los de Zubieta.

Los Carnavales de Lantz, por su parte, que están también declarados Bien de Interés Cultural, están protagonizados por el bandido Miel Otxin, un gigante de tres metros de altura vestido con vivos colores que el día 2 de marzo es ejecutado y quemado. También las fiestas paganas de Altsasu/Alsasua han sido reconocidas como Fiesta de Interés Turístico de Navarra. El 4 de marzo los momotxorros, acompañados de brujas aulladora y fantasmas rellenos de hierva seca, tratan de atacar al público con sus horquillas. 


Los Carnavales de Goizueta destacan por su buen humor. Los carboneros o zomorrok tiznan de negro las caras de las mujeres y bailan la 'zagi-dantza'. Por su lado, Lesaka es invadida por los zaku zaharrak, una treintena de grotescos personajes embutidos en tres sacos de tela rellenos de hierba seca que cubren la cara con un pañuelo y portan una pizontzi (vejiga) con la que atizan al público. Bera celebra un desfile con pastores y 'nodrizas': chicos disfrazados de chicas que tiran muñecas al aire para recuperarlos sanos y salvos simulando que son sus bebés. Los Carnavales de Unanu, por su lado, están envueltos de magia y misterio: sus protagonistas son los mamuxarros, una docena de jóvenes solteros ataviados con unas fantásticas caretas construidas en hierro.

Sin embargo, los carnavales rurales también dejan espacio a los celebrados en las grandes ciudades. En Pamplona tienen un carácter más urbano y culminan con la quema de María Trapo, un muñeco que representa la malvada jefa de los francos que destruyeron el burgo de la Navarrería y que acabó quemada en su torre. En el sur de Navarra la fiesta pagana es especialmente vistosa en Tudela, donde un sinfín de personajes con máscaras desfilan pos las calles, así como destacan también los carnavales de Cascante y Cintruénigo.

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