La gastronomía de Cantabria está ahora un poco más cerca de Cataluña. Tres vuelos semanales conectan durante todo
este invierno las capitales de las dos comunidades autónomas con un total de
23.000 asientos. Esta nueva ruta busca tanto conectar a los cántabros con los
111 destinos Vueling como convertir Cantabria en un destino turístico para los
catalanes.
Destino turístico y, sobre todo,
gastronómico. Al menos esa es la voluntad de la Consejería de Innovación,
Industria, Turismo y Comercio del Gobierno de Cantabria, que junto a Vueling
llevaron a cabo la experiencia a bordo Flying Chefs el pasado 5 de noviembre.
Los pasajeros del vuelo regular VY1590 se encontraron con un inesperado
showcooking en las nubes, ofrecido por Nacho Solana, del restaurante Solana,
y Fernando Sainz de la Maza, del restaurante El Serbal. Los chefs, estrellas
Michelín y soles Repsol, ofrecieron a los viajeros una pequeña cata de la
gastronomía cántabra a modo de tapa: anchoas del Cantábrico y queso artesano de
vaca en la de Sainz de la Maza y pulpo con fondo de escabeche, rocas de patata
y huevas de trucha en la de Solana. El vino corrió a cargo de Asier Alonso, de
las Bodegas Sel d’Aiz.
Flying Chefs es únicamente una
cata en las nubes de lo que los turistas pueden encontrarse cuando aterricen en
tierras cántabras. La oferta gastronómica es muy amplia, e incluye desde tabernas tradicionales hasta
locales modernos y de vanguardia como Annua, Cenador de Amós, el Nuevo Molino y
los restaurantes de los dos chefs participantes en la experiencia Flying Chefs,
El Serbal y Solana.
Santander cuenta con la oferta
gastronómica que ofrece el restaurante El Serbal desde 1999. Tan solo cuatro años después, su chef
ejecutivo, Fernando Sainz de la Maza, consiguió su estrella Michelín. Después de dos reformas, El Serbal es
actualmente un local con capacidad para 65 comensales, acogedor y moderno. La
propuesta de este restaurante, situado en la calle Andrés del Río, 7, se basa
en productos de calidad y de la tierra.
Carpaccio de bonito del Cantábrico con su tartar y vinagreta de cebolleta y piñones |
Arroz con cachón en tinta con langostino en tempura y suave ali-oli |
Torrija de sobao pasiego con helado de canela al orujo de Liébana |
Hojaldre de rabo de vaca pinta en su jugo con foie y hongos |
Otra cita obligada dentro del núcleo de Santander es La Bodega del Riojano, un local que nació en 1938 y tras un lavado
de cara y gerencia, volvió a reabrir sus puertas en 2009. Su gran comedor
principal está decorado con 109 barricas ilustradas con las obras de grandes
artistas españoles, que forman el que se conoce como el Museo Redondo. Una decoración
artística que hace viajar en el tiempo que acompaña y completa los platos de su
carta, que siguen la máxima “en la sencillez está el gusto”.
Si en la Bodega del Riojano la tradición empapa desde barricas hasta carta, en el restaurante Solana esta da la mano a una con la modernidad. Este restaurante está situado a medio camino entre Santander y Bilbao, en la llamada Cuenca de Asón, justo delante del Santuario de la Bien Aparecida. El interior del restaurante, elegante y moderno, contrasta con el paisaje que se ve a través de sus grandes ventanales. Esa unión entre modernidad y tradición está presente también en la carta, creada bajo el lema “Naturaleza, producto y sabor” y aderezada siempre con la creatividad de Nacho Solana, que ha conseguido transformar un local tradicional y familiar en un referente dentro de la gastronomía cántabra.
Refresco de tomate de temporada con naranja |
Croqueta de bacalao |
Alcachofa a la plancha "sin nada" |
Royal de foie caramelizado con espuma de avellana |
Fideuá de chipirón de guadaña, sus tintas, ali-oli y "aire de agua de mar" |
Boletus-pichón-huevo |
Merluza de anzuelo de la costa de Laredo al pil-pil de sus propias rastas |
A modo de chuletón, ventresca de atún rojo a la piedra de sal "in situ" |
Huevo frito de corral |
La gastronomía no es patrimonio
único de restaurantes y tabernas. El turismo gastronómico de Cantabria pasa obligatoriamente por el vino y el queso. Las Bodegas Sel d’Aiz, regentadas por
Asier Alonso y Miriam Pinto. Situada en el Valle del Pas, a una altura de 463
metros, estas bodegas cuentan con el sello de calidad Garantía Pasiega. Forman
parte de la Ruta del Sello de Garantía Pasiega, dentro de la que ofrecen
visitas a sus bodegas y a sus viñedos (previa reserva) acompañado por una cata
de vinos.
Los vinos de las Bodegas Sel d'Aiz |
Viñedo de las Bodegas Sel d'Aiz |
Recuperando la tradición lechera
cántabra, es obligada una parada a la quesería La Jarradilla, nacida del deseo
de seguir viviendo en el campo y, sobre todo, del campo. La Jarradilla,
perteneciente a una familia tradicionalmente ganadera, elabora sus quesos con
leche de su propia ganadería, apostando por el sabor y rehuyendo los sabores de
los productos prostituidos fabricados de forma industrial. Sus quesos conforman
un arco de sabores que van desde el queso fresco, muy suave, hasta los quesos Divirin de 50 y 70 días de curación, pasando por la regusto ácido que deja
la crema de queso y la evidente acidez de su queso pasiego. Además, en la tienda venden una mantequilla artesanal cremosa y suave que nada tiene que ver con la que se puede encontrar en cualquier supermercado.
Quesos: fresco, crema, pasiego, Divirin 50 días curación y 70 días curación (de izq. a der.) |
Mantequilla y membrillo artesanal |
La gastronomía cántabra, desde
sus tabernas más tradicionales hasta sus restaurantes más modernos, reivindica
su lugar en el mapa gastronómico español. Sus carnes, pescados, quesos y vinos
aguardan a aquellos turistas gastronómicos que se acerquen a Cantabria, ahora a
tan solo una hora y cuarto de distancia –surcando el cielo– desde Barcelona.
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