Eslovenia es uno de los países más desconocidos de Europa, y también uno de los más espectaculares. Los periodistas reunidos en Pangea – The Travel Store el pasado jueves para presentar la nueva edición de la guía Lonely Planet de Eslovenia, una buena forma de medir el interés de un país por los destinos, se mostraron entre curiosos por el lugar al que no habían ido pero deseaban ir y entusiasmados por el lugar que no esperaban que fuese tan espectacular como fue.
Las cinco píldoras eslovenas que nos llevamos de esa reunión, los imperdibles según los asistentes, fueron:
Piran, portada de la guía, es uno de los pueblos más encantadores, no sólo de la costa eslovena sino de todo el país. La vieja ciudad portuaria antiguamente amurallada está completamente protegida como patrimonio histórico y cultural y conserva sus estrechas calles y casas y su casco antiguo, verdadera joya de la arquitectura gótica veneciana.
Lo más fotografiado de su urbanismo es su plaza central, Tartinijev Trg, puerto interior hasta hace poco más de un siglo.
La Liubliana de Jože Plečnik, uno de los arquitectos más importantes del siglo XX, que quiso hacer de la capital de su país una nueva Atenas. En su uso de los elementos históricos, regionales y locales, que combinó para crear composiciones completamente nuevas, creó una Liubliana de entreguerras que contiene su firma indiscutible, y en donde destacan el Cementerio de Žale (Pokopališče Žale), los Tres Puentes (Tromostovje), el Mercado Central (Glavna tržnica), el Puente de los Zapateros (Čevljarski most) y la Biblioteca Nacional y Universitaria (Narodna in univerzitetna knjižnjica).
El lago Bled salió a la luz cuando el Bohinj Glacier se desplazó. Hoy en día mide más de dos kilómetros de largo y casi kilómetro y medio de ancho. Su encanto, más allá de la belleza del agua, se enfatiza gracias a la isla homónima, en la que se encuentra la Iglesia de la Asunción.
La isla puede visitarse en barca (algún loco de la aventura ha intentado alcanzarla a nado, pero sólo es recomendable en buen estado de forma) y desde hace tres años se puede visitar la torre del campanario de la iglesia.
El Parque Nacional de Triglav presume de números, aunque no sea necesario frente a su verde y frondosa belleza. 2864 metros de altura son los que tiene el monte que le da nombre al único parque nacional esloveno, situado en la zona de los Alpes Julianos, al noroeste de Eslovenia. 838 kilómetros cuadrados es su extensión.
Y 4% es la cantidad de territorio esloveno que ocupa, en comparación con el resto del país. Es uno de los parques naturales más antiguos de Europa, formado en 1924 al ser creado el Parque de protección Alpino, y una de las joyas de la corona eslovena, cuyos ciudadanos lo miman y protegen, mientras presumen de su propia maravilla natural.
La gastronomía eslovena es una sorpresa, por desconocida y también por deliciosa. Está basada en ingredientes locales aderezada con una tradición culinaria de fuerte arraigo y las más novedosas e innovadoras tendencias culinarias. Curiosamente, el mejor plato de pasta del mundo se encuentra en este país, en el restaurante Debeluh de Brezice, encabezado por el chef Jure Tomic.
Hay gastronomía potente y local en los restaurantes de alta calidad, tabernas familiares, granjas turísticas, en los tradicionales osmice, viñedos o mercados.
Entre los productos típicos se encuentran la panceta, zašink, el aceite de oliva extra virgen de la Istria eslovena y de Goriška Brda, numerosos tipos de quesos (Nanos, tolminc, bovški, bohinjski o mohant), mieles (miel de Kočevje, miel del Carso), jamón del Karst y sal de las salinas de Sečovlje. Y, por supuesto, el vino.
Con estas primeras recomendaciones, no es raro que las estadísticas demuestren que Eslovenia es un destino que cada vez genera más interés en los viajeros españoles, como demuestra el hecho de que, en los primeros ocho meses de 2016, casi se haya alcanzado el número de visitantes de todo 2015 (73.791 el año pasado, 72.974 este año, de enero a agosto) y que España suba dos posiciones en los países emisores de turistas (pasamos a ser los decimoctavos).
Con estas primeras recomendaciones, no es raro que las estadísticas demuestren que Eslovenia es un destino que cada vez genera más interés en los viajeros españoles, como demuestra el hecho de que, en los primeros ocho meses de 2016, casi se haya alcanzado el número de visitantes de todo 2015 (73.791 el año pasado, 72.974 este año, de enero a agosto) y que España suba dos posiciones en los países emisores de turistas (pasamos a ser los decimoctavos).
Es un momento perfecto para amar Eslovenia.
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