Semana del Pintxo en Pamplona, ciudad gastronómica durante todo el año. |
Para caminar, correr, disfrutar y vivir, pero también para comer y vibrar con el paladar. Pamplona -y Navarra- conserva una de las despensas más vastas de la península, y sus restaurantes y bares, cada vez más, saben sacarle rédito en sus días grandes.
Comidas gastronómicas, pintxos y vinos completan con calidad la fiesta de las fiestas, la excusa gourmet para visitar Iruña (sin acabar saciado de bocadillos y kalimotxo) y dejarse llevar por la culinaria que la caracteriza.
Las propuestas en miniatura de Nuevo Hostaf, Garés e Iruñazarra, finalistas y ganador, respectivamente, de la XVIII Semana del Pintxo de Navarra. |
“En Pamplona se come bien siempre, tenemos producto fresco en primavera, pero también en otoño, invierno o en verano. Cuando llega San Fermín, nos mostramos al mundo”, dice Nacho Calvo, secretario general de la Asociación de Hostelería de Navarra.
Presume de tierra e ingredientes, sobre todo de verduras: “en San Fermín, por ejemplo, disfrutamos con las pochas, una verdura muy nuestra”.
La huerta navarra surte todo el año, con espárragos, pimientos o alcachofas; algunas razas bovinas de origen pirenaico proporcionan la mejor carne, y la chacinería, los vinos y los licores de endrinas redondean una propuesta que, sin dilación, se consume en sus célebres Sociedades Gastronómicas –sin parar en fiestas- y acto seguido en bares mediante pintxos y bebidas.
Acabará el encierro o los toros y los pies de pamplonicas y turistas se dirigirán al Gaucho, sinónimo de calidad en miniatura y servicio excelso; a Iruñazarra y su propuesta desenfada; a Baserri Berri y su propuesta de impecable presentación; a Cocotte, con sus guisos clásicos; a Fitero, una marisquería de renombre desde 1956, o a La Cocina de Álex Múgica, maestro en la mezcla gastronómica entre tradición y vanguardia. Los pintxos son religión y aquí son devotos.
Acabará el encierro o los toros y los pies de pamplonicas y turistas se dirigirán al Gaucho, sinónimo de calidad en miniatura y servicio excelso; a Iruñazarra y su propuesta desenfada; a Baserri Berri y su propuesta de impecable presentación; a Cocotte, con sus guisos clásicos; a Fitero, una marisquería de renombre desde 1956, o a La Cocina de Álex Múgica, maestro en la mezcla gastronómica entre tradición y vanguardia. Los pintxos son religión y aquí son devotos.
De pie contra la barra, casi en medio de la calle o cómodamente sentado. El formato de disfrute y el abanico para ver, primero, y degustar después es infinito en Pamplona, ideal para ser hedonista y no dejar de probar propuesta alguna.
Crocanti de morcilla y pastel de puerro con gambas, del Gaucho. |
Un descanso del codo con codo lo proporcionan los jatetxea o restaurantes gourmet. “Los restaurantes de la capital representan al Reino”, comenta Calvo. Dos de ellos en la ciudad tienen estrella Michelin (Europa y Rodero), otro más fuera del casco urbano, El Molino de Urdániz, en Urdaitz, a escasos 20 minutos de la capital.
Muchos otros, sin que los de los neumáticos los premien, hacen mucho y bien, ganándose el beneplácito local para hablar al turista de origen. Enekorri, Palacio de Guendulain o La Capilla son ejemplo de ello, o de cómo la cocina navarra ha sabido adaptarse a los tiempos sin perder esencia. También lo hace el restaurante Alhambra, el segundo proyecto de la –quizá- familia más culinaria de al comunidad foral.
IDOATE Y RODERO, DOS APELLIDOS ILUSTRES
Los Idoate, al frente ahora la segunda generación, atienden con devoción y propuesta, y resulta imposible visitar Pamplona sin comer con ellos. Su legendario restaurante Europa*, en pleno centro, habla de la amabilidad gastronómica de Iruña desde 1973, cuando se puso al frente Francisco Idoate, el patriarca de la familia.
IDOATE Y RODERO, DOS APELLIDOS ILUSTRES
Los Idoate, al frente ahora la segunda generación, atienden con devoción y propuesta, y resulta imposible visitar Pamplona sin comer con ellos. Su legendario restaurante Europa*, en pleno centro, habla de la amabilidad gastronómica de Iruña desde 1973, cuando se puso al frente Francisco Idoate, el patriarca de la familia.
Ahora, además de Europa y Alhambra, los Idoate gestionan el hotel en el que han convertido a su casa madre y han abierto El Mercao, el establecimiento más informal del grupo.
No obstante, la experiencia pamplonica tampoco sería completa sin visitar el otro tótem gastronómico, el restaurante Rodero*. Con más de 40 años de servicio a sus espaldas, el restaurante Rodero dio un giro cuando el hijo, Koldo Rodero, se puso al frente y de manera autodidacta revolucionó los fogones.
No obstante, la experiencia pamplonica tampoco sería completa sin visitar el otro tótem gastronómico, el restaurante Rodero*. Con más de 40 años de servicio a sus espaldas, el restaurante Rodero dio un giro cuando el hijo, Koldo Rodero, se puso al frente y de manera autodidacta revolucionó los fogones.
Su familia le acompaña en sala y gestión. Su situación, junto a la plaza de toros, le hace idóneo para la comida previa o la cena que sigue a cualquier fiesta. Sin toros, su visita también es obligatoria.
Como lo es también acercarse y hacer cola en los Churros de la Mañueta, la única churrería artesanal y a leña de Navarra, o coger el coche y desplazarse a las afueras de la ciudad, donde son muchos los bares y restaurantes que esponjan el fenómeno culinario.
Como lo es también acercarse y hacer cola en los Churros de la Mañueta, la única churrería artesanal y a leña de Navarra, o coger el coche y desplazarse a las afueras de la ciudad, donde son muchos los bares y restaurantes que esponjan el fenómeno culinario.
El restaurante Ábaco, en Huarte, dentro del Museo de Arte Contemporáneo, es uno de ellos y, aunque en octubre cambie de ubicación y se emplace en la cuesta de Labrit, sigue demostrando el valor que para Pamplona tiene su gastronomía, independientemente de su localización.
Es Pamplona y es San Fermín. Son espárragos y nueva cocina. Pintxos y arroz venere. Txakoli y Rioja. Es amor por lo propio y respeto culinario. Juan Mari Arzak, Joan Roca o Mario Sandoval ya lo saben. Han estado y vuelven. Es “the place to be” de los gastrónomos a principios de julio. Y en agosto, septiembre, octubre...
Lucía Vaquero
lucia@grupgsr.com
628 555 464
Es Pamplona y es San Fermín. Son espárragos y nueva cocina. Pintxos y arroz venere. Txakoli y Rioja. Es amor por lo propio y respeto culinario. Juan Mari Arzak, Joan Roca o Mario Sandoval ya lo saben. Han estado y vuelven. Es “the place to be” de los gastrónomos a principios de julio. Y en agosto, septiembre, octubre...
PARA MÁS INFORMACIÓN
Lucía Vaquero
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