Pueblos
de Segovia recrean escenas históricas para promocionar sus monumentos
"Llora Juan II la muerte del que fuera su valido y confidente Álvaro de Luna y se lamenta entre los muros de la iglesia de San Miguel de Ayllón por haberse dejado influir por su mujer, Isabel de Portugal, y haber ordenado su ejecución. Y, mientras tanto, su hijo, Enrique IV de Castilla, se apoya en su propio valido, Beltrán de la Cueva, para combatir las revueltas de su corte, con gran pesar de su esposa, Mencía de Mendoza y Luna, que debe gobernar con mano de hierro y guante de seda el castillo de Cuéllar mientras aguanta los comentarios sobre los distintos hijos bastardos de su marido, entre ellos, Juana la Beltraneja."
No, no se trata de un capítulo más de la turbulenta historia de las tierras
de Castilla, ni del rodaje de una escena de la serie de televisión dedicada a
Isabel la Católica. Son representaciones teatralizadas que se han puesto en
marcha en distintas villas y pueblos del norte de Segovia para atraer
turistas y hacer más fácil y digerible el conocimiento de sus monumentos.
Reyes y obispos, nobles y criadas, dueñas y mancebos llevan al visitante de
la mano por los rincones de castillos e iglesias y nos sumergen en un mundo
de guerras, de amores y odios; nos muestran las historias que se refugiaban
en las cocinas, en los puestos de guardia y entre las manos de las
costureras, el mundo de los de abajo, de los sirvientes, pintanceros y
artesanos, y los nobles, la historia abierta con sus intrigas y sus puntos
más oscuros.
Uno de los lugares precursores en esta fórmula que revaloriza el turismo
cultural es Cuéllar, cuyo espectacular castillo y sus murallas, fue declarado
Monumento Artístico Nacional ya en 1931 y se encuentra perfectamente
rehabilitado. El edificio aparece documentado en 1306, siendo rey Enrique IV,
quien cedió la villa de Cuéllar y el castillo a D. Beltrán de la Cueva, Duque
de Alburquerque, en 1464. Por ello, también es conocido como el palacio de
los Duques de Alburquerque. Bajo el torreón sureste se encuentra la parte más
antigua de la fortaleza originaria, que podría datarse en torno al siglo XII.
Tiene planta rectangular con cuatro torreones en las esquinas, tres de ellos
circulares. En el interior se abre un patio de columnas que sostienen una
doble galería con arcos rebajados del siglo XVI, al que se abren los
diferentes salones decorados con artísticas techumbres, artesonados de estuco
y vigas talladas.
Pero no es lo único que hay que visitar en esta histórica villa. Conocida
como “isla mudéjar en un mar de pinares” destaca precisamente por la gran
cantidad de iglesias y palacios mudéjares que pueblan su centro histórico:
iglesias de San Martín, San Andrés, San Miguel y San Esteban, palacio de don
Pedro I y de Santa Cruz... Para comprender lo que el mudéjar representa en
este lugar, se creó hace unos años el Centro de Interpretación del Arte
Mudéjar, que intenta mostrar mediante un espectáculo audiovisual la
simbología del arte más genuino de Cuéllar, inmerso dentro de las
características de la España medieval. En la iglesia de San Martín se puede
apreciar una nueva forma de acceder al conocimiento del arte, la
arquitectura, su gente, sus alarifes, su religión..., tratando de realzar el
sentido de la iglesia como un espacio en sí mismo, con el deseo de introducir
al visitante en el conjunto del arte mudéjar mediante sonidos, luces, música
e imagen. Utilizando emoción y razón como método de viaje para llegar por el
tiempo hasta los siglos XII y XIII, donde el mudéjar es a la vez un arte, un
sistema constructivo y una forma de vida que se desarrolla con las
poblaciones cristianas, musulmanas y judías, en ese mundo de convivencia de
las tres religiones.
Ayllón, “historia y arte”
Al otro extremo de la provincia de Segovia, también en el norte y casi en
la frontera con Soria se encuentra Ayllón, una villa que acertadamente se
define como de “historia y arte” en la que se entremezclan los edificios
señoriales, las iglesias románicas y las viviendas de arquitectura
tradicional. La entrada se suele realizar cruzando el puente romano que
atraviesa el río Aguisejo y, como antaño hicieron nobles y reyes, bajo el
arco con los cuatro escudos nobiliarios del siglo XVI, por el se accede a la
zona antigua.
Enseguida aparece el Palacio de los Contreras, con bellos artesonados en su
interior y fachada isabelina también blasonada. Esta casa-palacio está
declarada Monumento Nacional. Enseguida te cuentan, y hay que creérselo, que
perteneció a don Álvaro de Luna, personaje que nos perseguirá durante toda la
visita, aunque don Álvaro murió en 1453 y la construcción de este edificio
fue en 1497. En fin... Como en tantas ocasiones, historia, leyenda y
tradición popular no siempre tienen por qué ir de la mano, ni de la verdad.
Siguiendo la calle adelante se llega a su preciosa Plaza Mayor, de estructura
irregular y con grandes soportales de piedra que rodean a la fuente de cuatro
caños, de 1892. Aquí se levanta el Ayuntamiento, que data del siglo XVI y fue
el primer palacio de los Marqueses de Villena aunque un incendio lo destruyó
en 1945, dejando solo la fachada en la que siguen campeando los escudos de
los marqueses. También está la iglesia románica de San Miguel, la más
importante de la villa, de estilo románico, con ábside cilíndrico y robusta
espadaña. Su puerta, semioculta en la actualidad, es una belleza y está
dotada de rosetones bizantinos. El edificio ha sufrido muchas reformas y con
ellas ha perdido buena parte de su antiguo encanto. Al lado está el edificio
más antiguo de la localidad, la Casa de la Torre.
Pero para descubrir la belleza de Ayllón y su magnífica situación hay que
hacer un poco de ejercicio y animarse a subir hasta lo más alto, hasta el
cerro del Castillo, aunque de éste no queda mas que una antigua torre-vigía
de piedra, con sus correspondientes almenas, que recibe el nombre de "La
Martina". Desde aquí se divisa una bellísima panorámica, tanto del
pueblo y sus campos circundantes, como de la cercana Sierra de Ayllón. Así se
descubren los bellos tejados de Ayllón, perfectamente restaurados, con
ventanas en sus buhardillas. En el cerro, al margen de los restos
celtibéricos y romanos, encontrados en las excavaciones, destaca la presencia
de "Los Paredones", viejo tapial árabe perteneciente a las
murallas, cuyos restos permiten observar el antiguo trazado de las mismas así
como las ruinas de la Iglesia de Santiago.
También desde aquí, como desde cualquier lugar de la villa, se divisa el
soberbio campanario de 40 metros de altura rematado en espadaña de la iglesia
de Santa María la Mayor, siempre acompañado por gigantescos nidos de
cigüeñas, enamoradas del lugar año tras año. El retablo mayor, del
desaparecido convento de San Francisco, es de una majestuosidad asombrosa,
presidido por el Cristo de Santiago.
Sobre el río Duratón
Justo a mitad de camino entre Cuéllar y Ayllón se encuentra nuestra
última visita, Fuentidueña, asomada al río Duratón que la atraviesa y
heredera de un antiguo pasado que apenas se vislumbra en los restos de sus
murallas del siglo XII o del castillo que perteneció a don Álvaro de Luna.
Hasta el año 1125, en que tomó el nombre de pueblo, se llamó Castillo de
Alacer, que en árabe significa alegre, denominación perfectamente adaptada a
su emplazamiento desde cuyo alto se domina la fecunda vega. En este castillo
otorgó testamento Alfonso VIII, concertó la paz con el rey de Navarra y
descansó después de la batalla de las Navas de Tolosa. Su actual propietario,
Fernando de Pertierra, un enamorado de su pueblo y de los vinos de la Ribera
del Duero, ha instalado en los sótanos de lo que fue el castillo, una bodega
donde se elaboran y duermen los excelentes vinos procedentes de la viña de
tempranillo, que se divisa desde el castillo, que se comercializan con el
nombre del castillo y que nada tienen que envidiar a los caldos de la próxima
y afamada Ribera del Duero.
En lo alto de la pequeña villa destaca la iglesia de San Miguel de
Fuentidueña, que no es sólo uno de los mejores templos de la zona sino de
toda la provincia. Cuenta con un ábside clásico románico de semitambor
dividido por columnas e impostas, con bellos ventanales y un hermoso
repertorio de canecillos figurados. También tiene dos portadas en sus muros
norte y occidental. No podía faltar una hermosa galería porticada de arcos
sobre elegantes columnas de capiteles vegetales. El interior esta repleto de
tallas de gran calidad atribuidas a un maestro cercano a Silos, especialmente
un San Miguel Arcángel. Entre los capiteles que rodean la iglesia hay algunos
dedicados al martirio de San Miguel y otros de carácter erótico que,
naturalmente, son los más buscados por los visitantes. La iglesia era casi
gemela de la de San Martín, de la que sólo quedaba el ábside y el
presbiterio, que se utilizaba como cementerio.
Para apreciar en todo su valor el ábside, que tenía un peso aproximado de 97
toneladas y estaba formado por 3.300 piedras, hay que viajar nada menos que a
Nueva York, al Museo de los Claustros "The Cloisters" filial de su
Museo Metropolitano a quien fue vendido por el Gobierno español. Hay que
consolarse pensando que fue hacia los años 60 y que el museo se nutrió de
elementos arquitectónicos de varias abadías medievales europeas. El ábside de
San Martín constituye actualmente una de las joyas más apreciadas en el
referido museo. Se dice que este ábside costó a los americanos su precio en
oro pero, seguramente, hubieran deslumbrado más a los segovianos las mismas
piedras dejadas sobre la roca de su fundación, y que hoy, como apuntaba el
marqués de Lozoya, "posiblemente añoren el sol de Castilla entre las
nieblas del río Hudson".
Dónde comer
Es Segovia tierra de buenas viandas; clima, cultura gastronómica y
diversidad paisajística han hecho del cordero y el cochinillo, asados en
horno de leña, los dos productos más famosos y populares. Estos sos algunos
de los mejores lugares para disfrutarlos:
Mesón San Francisco, Avda. Camilo José Cela, 4 Cuéllar tel.: 921 140
009, www.hmsanfrancisco.com
Situado en pleno corazón de la villa de Cuéllar, más de 100
años de historia y la concesión de la placa al mérito turístico lo avalan
profesionalmente. Siguen manteniendo su horno centenario y los asados de
cordero lechal. Actualmente ofrecen una fusión entre modernidad y tradición
apoyada en el cuidado de todos los detalles y en la prestación del mejor
servicio. En cada cambio de carta se incorporan platos que sacan a relucir
una variada y exquisita gastronomía teniendo como pilares la micología, los
productos de la huerta y una cuidada repostería casera y que conviven, por
supuesto con el cordero lechal y el cochinillo asado en el centenario horno
de leña.
La Tenada del Chispano, San Juan 19, Ayllón, tel.: 921 553 320, www.latenadadelchispano.com
Originariamente, el edificio alojó al rebaño de ovejas de El
Chispano y cuando pasó a manos de Don Teodoro Nieto Antón, El Botero, lo
destinó a alojar a los becarios de la Facultad de Bellas Artes de Madrid
durante sus estancias veraniegas. El Botero reformó aquella Tenada con toda
su genialidad y utilizó, además de los materiales ya existentes, otros
procedentes de antiguos edificios con historia derribados. Espectacular su
cordero asado, que hay que encargar con antelación. También durante buena parte
del año celebra sus Jornadas del Puchero que incluye selección de entrantes
de la Tenada, perdiz con pochas y setas de cardo, postre, pan, agua, vino de
calidad, café y chupito por 25 € Iva incluido.
Dónde dormir
En una escapada que tiene carácter histórico como ésta es imprescindible
elegir bien los lugares donde alojarse y que estén en línea con el viaje. Dos
recomendaciones imprescindibles:
Palacio de los Condes, Fuentidueña, tel: 921 533 580, www.palaciodeloscondes.es
La pequeña villa medieval de Fuentidueña, en Segovia, esconde
un alojamiento único donde el tiempo parece haberse detenido. Se trata del
Palacio de los Condes, una Posada Real inaugurada en 2008 y ubicada en un
espacio no menos singular: la antigua capilla del Palacio de los condes de
Montijo, una iglesia barroca del siglo XVIII construida a imagen y semejanza
de la capilla del Palacio Real de Madrid. Posee 12 luminosas habitaciones,
dos de ellas suites, distribuidas a lo largo de tres plantas y decoradas
todas con extrema delicadeza, combinando modernidad y tradición. Su
restaurante y salón social ocupan el espacio de la antigua capilla. Aparte de
su excelente decoración, la posada ofrece una suculenta y deliciosa cocina
tradicional de Castilla y León, con especialidades como diversos platos de
setas y caza, el lechazo asado al horno de leña, el pavo escabechado y los
estofados de caza menor. La habitación doble con desayuno cuesta 86,40 € por
noche.
Castillo de Castilnovo, Ctra. SG-205 Km. 15, Condado de Castilnovo,
tel.: 921 531 133, <<http://hotelcastilnovo.es>>
Se trata de un alojamiento de lujo, aunque su categoría
oficial sea de solo 2 estrellas, que se encuentra rodeado de un bosque de
álamos, chopos, encinas y sabinas, en un entorno impecable en el que se
mezcla historia, naturaleza y elegancia. El Hotel Castillo de Castilnovo
sigue un estilo arquitectónico gótico-mudéjar con restos decorativos de
árabe, isabelino o brotes neoclásicos. El marco ideal para vivir un fin de
semana romántico en un castillo. Tiene solo 18 habitaciones todas ellas
diferentes. En el restaurante del hotel se puede degustar la deliciosa
gastronomía segoviana con una amplia y exquisita selección de los mejores
productos de la tierra castellana. En la actualidad, Castilnovo acoge a la
Asociación Cultural Hispano Mexicana que tiene como fin promover y difundir
la cultura mexicana en España, profundizando en los vínculos existentes entre
ambas culturas. Por ello, las salas de Castilnovo se decoran con bellas
muestras de la cultura mexicana componiendo un espacio ecléctico. Como las
habitaciones son muy diferentes, el precio varía también, alrededor de unos
90 euros por habitación doble con desayuno.
Texto: Enrique Sancho
Fotos: Carmen Cespedosa
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